Hoy tuve la aventura más cabrona y deliciosa de mi vida, ¡sólo de acordarme me vuelvo a mojar!
Por la mañana una amiga me pidió que fuera con ella a ver el partido de soccer de su novio para no aburrirse, así que llegué a hacerle compañía con un par de vasos de café para despertar.
Eran unas canchas de fútbol rápido y había varios equipos jugando. A decir verdad, había muy buen material en las canchas y mi amiga y yo estábamos fascinadas deleitándonos con tremendas nalgas y piernas de los jugadores, y uno que otro miembro grande que rebotaba en esos ligeros shorts que llevaban puestos.
Después de unos minutos y un vaso enorme de café, ya no aguantaba las ganas de ir al baño, entonces, me levanté de las gradas para buscar los sanitarios. Tuve que pasar entre varios chicos que estaban terminando su partido, y estaban quitándose las playeras sudadas y refrescándose con chorros de agua. Me daban ganas de acercarme a tocar esos abdominales increíbles que tenían, pero sólo pase sonriendo. Pude ver que varios me desvestían con la mirada, me guiñaban el ojo y murmuraban entre ellos lo ricas que estaban mis nalgas.
Realmente me estaba orinando, así que corrí hacia los vestidores de mujeres y para mi suerte, estaban cerrados. Típico, cuando tienes una urgencia, ¡el mentado baño está cerrado!¿O sólo me pasa a mi? En fin, ya no podía aguantar más y no me iba a orinar encima, así que me asomé a los vestidores de hombres y en voz alta pregunté si había alguien adentro. Nadie contestó, me asomé y como no había nadie decidí entrar rápidamente al baño de hombres.
Corrí hacia la primera puerta que vi abierta ya levantándome la falda, me bajé la tanga y logré descargar todo justo a tiempo. Estaba yo disfrutando esos escalofríos y relajación que sientes cuando por fin logras llegar al baño, ¡qué alivio!
De pronto escuché varias voces graves platicando y riendo. Estaban entrando al vestidor los chicos que había visto en las gradas, ¡era el equipo completo! Sólo se me ocurrió subirme de cuclillas a la tapa del inodoro y guardar silencio. Yo podía verlo todo a través de una pequeña franja que quedaba entre la puerta.
Se comenzaron a desvestir y a ducharse en las regaderas que estaban frente a mi. Estaba viendo y saboreando los cuerpos desnudos de más de 10 jugadores de fútbol, sentía que hasta los veía en cámara lenta. Me excité tanto que empecé a tocarme mientras seguía espiándolos. Empecé acariciando y apachurrando mis senos mientras mi respiración iba acelerándose. Comencé a bajar hasta llegar a mi clítoris para frotarlo, chupé mis dedos y los introduje en mi vagina. Mis latidos aumentaron y cerré mis ojos por unos segundos, cuando los abrí, levanté la mirada y descubrí a dos jugadores trepados en los escusados de a lado, asomándose hacia mi cubículo. ¡Me habían descubierto y estaban viendo como me masturbaba!
Ellos estaban tan excitados que me preguntaron si necesitaba ayuda. Me moría de vergüenza, pero estaba tan caliente, que les dije que sí.
Abrí mi puerta y ellos de un brinco se bajaron y me jalaron hacia ellos. Comenzaron a tocarme entre los dos. Uno me abría la blusa para chuparme las tetas y el otro estaba agarrándome las nalgas y bajándome la tanga. Los demás jugadores estaban impresionados viendo lo que pasaba.
Me llevaron hacia una banca que estaba al centro del vestidor e invitaron a los demás jugadores a unirse. Algunos enseguida se acercaron a desvestirme, a tocarme y a ponerme sus deliciosos miembros en la cara para que pudiera probarlos a todos.
¡Fue un momento tan excitante! Me pusieron en cuatro sobre la banca, alguien me estaba haciendo sexo oral, algunos me tocaban las tetas, otros me daban nalgadas, uno me metía su miembro en la boca y el resto de ellos se la jalaban mientras miraban. Fue tan rico que yo les pedía más.
Entonces comenzaron a penetrarme por turnos, podía sentir que algunos lo tenían enorme. Uno de ellos me levantó de la banca para acostarse. Me senté encima de su verga y brincaba sin parar. Entonces, alguien más me agarró por atrás y empezó a meterme los dedos en el ano, para luego metérmela. Me estaban penetrando los dos al mismo tiempo, y cada vez me daban más duro. Otros seguían agarrándome los senos o metiéndome sus miembros a la boca. Lo estaba disfrutando tanto que empecé a correrme a chorros. Ellos también ya muy excitados comenzaron a chorrear su leche sobre mi cuerpo.
Me levanté con las piernas temblorosas para meterme a bañar. Me acercaron jabón y toallas sin que se los pidiera y ellos también se metieron a la ducha. Yo me sequé, me vestí y me despedí de ellos mientras seguían en las regaderas. Incrédula, salí de los vestidores para encontrarme con mi amiga que estaba preocupadísima y buscandome como desesperada… Sólo le dije que venir al fútbol no era tan aburrido como ella pensaba, ¡si supiera!
¡Fue delicioso!